Todos conocemos las etiquetas adhesivas que están adheridas a ciertas
frutas y que, en muchos casos, son difíciles de quitar. Es posible que de forma
gradual empecemos a ver serigrafiadas algunas frutas, puesto que en junio se
autorizó por parte de la Unión Europea grabar con láser de dióxido de carbono
información en la superficie de la fruta fresca.
La nueva reglamentación permite la utilización de aditivos para marcar cítricos, melones
y granadas. Los autorizados son: óxidos e hidróxidos de hierro,
hidroxipropil-metil-celulosa y polisorbatos.
Una de las ventajas de esta nueva forma de etiquetar la fruta es que evitará la pérdida de información, lo que ocurre con cierta
frecuencia con las etiquetas adhesivas de papel, que en muchos casos se
despegaban del producto en la etapa del transporte, en la manipulación del
producto, en el propio almacenaje o en las tienda.
De esta manera, el consumidor podrá tener garantizada información como
la marca del producto, el código de barras, el origen o quizá incluso los códigos
QR.
Por otro lado, al estar impresas en la propia piel del producto no se podrá
alterar la información, por lo que se permitirá también garantizar una
información más veraz, no sólo al consumidor, sino también en el proceso de su
comercialización. Se trataría de una iniciativa que también posibilita ventajas
para el sector alimentario y oportunidades para la investigación, desarrollo e
innovación.
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