Nuestro país es uno de los de mayor biodiversidad y debemos estar orgullosos de ello. Sin embargo, aún muchos no saben lo que ello significa. El año pasado celebramos la diversidad biológica y aun muchos ignoran el valor de nuestra biodiversidad.
El principal problema es que pocos son los que perciben nuestros recursos naturales con una visión empresarial. De que nos sirve tener la mayoría de climas, zonas de vida y ecosistemas sino no podemos traducirlo en oportunidades de negocio, negocios rentables y sostenibles.
Debemos convertir nuestras ventajas comparativas en competitivas. Hay que traducir todas esas ideas de negocio que la mayoría de emprendedores almacenan en sus sueños empresariales. Actividades como la agricultura y la ganadería siempre han sido consideradas como tareas productivas más que como negocios y que decir de nuestra silvicultura y acuicultura aun incipientes. Allí radica el reto.
En la actualidad, las tendencias globales están trazando un camino hacia el desarrollo, que si queremos transitarlo va a necesitar de una revaloración de lo nuestro. Y no es un secreto que aún no hemos consolidado los cuatros pilares del desarrollo: investigación, información, innovación y gestión. Tarea difícil pero no imposible.
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